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octubre 26, 2013

Atrévete

Comentario de la autora:
Esta pieza teatral en tres actos fue escrita por Mirta de Eisenkölbl especialmente para que los jóvenes del Club Bíblico de Jóvenes del Centro de Estudios Bíblicos Ysaty, de Lambaré, Paraguay, la pusieran en escena. Lo más llamativo e interesante que se presenta en esta obra es el aporte de Hugo Menzel para mostrar a Fabián entre las llamas del infierno. Así como se muestra en la fotografía, se colocó una tela blanca sobre la cual se proyectó las llamas del infierno, detrás el joven gesticulaba al tiempo que se oían los clamores y gritos aterradores. La escena es altamente tocante. Espero que la obra les sea útil y produzca resultados para la eternidad.

Integrantes

Relator
Natalia
Arturo
Papá de Natalia
Micaela
Lucas
Fabián
Profesor
Rubén
Marcela



ESCENA 1
Relator: Natalia era cristiana. Los domingos integraba el grupo de alabanzas de su Iglesia. Como su padre era misionero, participaba de todas las reuniones de su Iglesia. Iba a todos los campamentos; inclusive, acompañó a su padre a una conferencia misionera que se hizo en el extranjero… y estaba preparándose para asistir a otra; pero Natalia era muy tímida… (Se la ve entrando en el aula de clases con sus cuadernos contra el pecho. Se sienta en la segunda fila, en el asiento pegado a la pared. Abre el cuaderno y lo comienza a hojear. Entra una pareja –Micaela y Rubén y se sientan detrás de Natalia. Un joven –Arturo- ingresa jugueteando con un celular y se sienta en la primera fila sin dejar el aparatito. Natalia los mira de reojo como queriendo saludarlos, pero como ni la miran, vuelve a hundirse en su cuaderno. Entra una niña de anteojos, y la saluda con la mano. Natalia le devuelve el saludo.) A la joven le costaba mucho manifestarse entre sus compañeros. (La pareja sentada detrás suyo habla desvergonzadamente, se dicen cosas al oído y se ríen, en clara actitud de noviazgo; Natalia mueve la cabeza demostrando desaprobación; en su rostro se nota el asombro. El compañero de adelante –Arturo- se da vuelta y descubre el gesto) Escuchaba sus temas de conversación y se horrorizaba de tan sólo pensar que podían involucrarla para burlarse de ella. 
Arturo: ¡Eh, ustedes dos! ¡Paren un poco porque están escandalizando a santa Natalia!
Micaela: (Respondiendo a la observación de Arturo, toca a Natalia por el hombro y se dirige a ella, haciéndole un gesto de menosprecio) ¡Ay, qué pesada! ¿Por qué no te vas a un convento, Natalia? (Natalia la mira, se sonríe y vuelve a su posición original). 
Relator: Natalia no quería problemas, así que optaba por pasar lo más desapercibidamente posible. Ésto la tornaba silenciosa y solitaria… Y aunque era catalogada como insensible y apática, nadie imaginaba la lucha interna en la que estaba enfrascada.
Fabián: (Un muchacho gordito, o que tenga alguna característica resaltante, extremadamente tímido, se sienta junto a ella y le habla como si no quisiera que alguien escuche la conversación) Hola, Natalia…
Natalia: Hola, Fabián. ¿Cómo estás?
Fabián: ¿Y cómo voy a estar? Mal… Parece que las cosas nunca cambiarán para mí…
Natalia: Vos sabés que sí pueden cambiar, si aceptaras…
Fabián: (Corta bruscamente) Mirá, si vas a salir con eso otra vez, me voy… (hace el amague de irse)
Natalia: (Extendiendo la mano) ¡No! ¡No te vayas! Quiero saber… por qué estás así.
Fabián: Estoy podrido de la vida. Todos saben que me cuesta estudiar, estoy luchando por no aplazarme, y cuando llego a casa con un resultado que para mí es genial, nada… silencio… nadie parece darse cuenta de mi esfuerzo… para nadie es importante… estoy empezando a creer que no soy más que un estorbo para mi familia… (parece hablar solamente para sí, y mirando a su alrededor) Para mis compañeros… (musita levantándose, sin darle a Natalia la oportunidad de responderle, se sienta en el extremo opuesto de la fila de Natalia y se queda mirándola un buen rato. Natalia hace un esfuerzo por sonreír y traga dificultosamente la saliva. En ese momento entra corriendo el alumno apostado en la puerta.)
Lucas: ¡El profe! ¡Viene el profe! (Todos se colocan en posición. El profesor ingresa a la clase saludando.)
Profesor: ¡Buenos días, alumnos!
Todos: (Parándose) ¡Buenos días, profesor!
Profesor: (Haciendo un gesto con la mano) Tomen asiento… (Todos se sientan. Fabián vuelve a mirar a Natalia. El profesor sigue hablando.) ¿Hasta dónde llegamos ayer? (Marcela se levanta con su cuaderno y lo que acontece en la clase se convierte en un murmullo lejano para Natalia, que se queda observando nuevamente a Fabián, que ahora está recostado sobre su mesa, como durmiendo.)
Relator: Fabián tenía un significado especial para Natalia; cada vez que él la miraba con esos ojos penetrantes, era como si los ojos de todos sus compañeros se clavasen en ella. Esos ojos le reclamaban… le desafiaban… le asustaban… Cada vez que Fabián fijaba en ella esa mirada convertida en un S.O.S. desesperado, 
le parecía como si el clamor de ese atribulado corazón dejase de ser inaudible para juntarse con el gemido secreto de todos los demás jóvenes, formando un coro grave, quejumbroso y lastimero, una música espectral de ánimas condenadas... Para desgracia de todos, esa carga espiritual era fácil de sacudirse (Se ve a Natalia quitando la vista de Fabián y sacudiendo la cabeza como si tratase de desprenderse de un pensamiento indeseado), bastaba encontrar una razón que justificase su inacción.
Natalia: (Se oye la voz de Natalia mientras ésta abre su cuaderno) Nadie es más papista que el papa, si a él le gusta andar así, ¿qué más puedo hacer yo? Además, yo ya traté de hablarle…
Relator: De ese modo, esa convicción que la embargaba normalmente los primeros días de la semana, cuando el mensaje de la Palabra de Dios aún tronaba en sus oídos, se esfumaba con el correr de los días, porque siempre, siempre, siempre había una razón para acallar la conciencia… Y ante esa continua resistencia al Espíritu Santo, su corazón se iba haciendo cada vez más insensible… 
Profesor: Natalia… (todos los compañeros se vuelven hacia Natalia) ¡Natalia Sánchez!
Rubén: (Agachándose hacia adelante, toca el hombro de Natalia.) ¡Che! El profe te está llamando…
Natalia: ¿Qué? (Responde a Rubén mientras éste le indica con el rostro en dirección del profesor. Natalia se da vuelta inmediatamente.) Perdón, profesor… ¿Qué…? ¿En qué puedo servirle…? (risas generalizadas).
Profesor: ¿En qué mundo estabas? Decía que tienes dos opciones para formar tu grupo, o eliges a Marcela (indica a una niña de anteojos que le sonríe amistosamente), o a Fabián (que lo mira malhumorado). Tú decides.
Natalia: Yo… yo… ¿Por qué no decide usted, profesor?
Profesor: Es tu privilegio, muchacha…
Arturo: Elegí de una vez. ¡Queremos irnos!
Natalia: (Tímidamente y agachando la cabeza) Elijo a Marcela (Fabián agacha la cabeza como si un mundo se hubiera desplomado sobre él).
Profesor: Bien. Fabián, tendrás que hacer el trabajo en forma individual. ¡Hasta mañana, jóvenes!
Todos: ¡Hasta mañana, profesor! (Salen. Natalia y Fabián se quedan solos. Fabián se levanta y se para frente a Natalia). 
Fabián: Esperaba más de vos… Al final, sos como todos los demás… (Natalia se queda pensando. Se la nota muy triste. Finalmente se encoge de hombros, y sale silenciosamente. Las luces se apagan y se cierra el telón)

ESCENA 2

(Al abrirse el telón, se ve a los alumnos cada uno en su lugar. La única modificación es que Marcela se sienta con Natalia.)
Marcela: A ver (se sonríe y se coloca mejor en su asiento), contame cómo van tus preparativos. ¡Estoy tan ansiosa como si yo misma estuviese por viajar!
Natalia: ¡Están demasiado bien! Fijate que… (en ese momento ve a Fabián que había entrado y se detuvo frente a ella. Levanta la mano en señal de saludo.) ¡Hola, Fabián!
Fabián: (Que parece un zombie. Desvía la vista de Natalia y la clava en Marcela.) Hola, Marcela. (Natalia baja lentamente la mano y la lleva a la nuca, como rascándose la cabeza)
Marcela: Hola… (Mira a Fabián y a Natalia, a Natalia y a Fabián sin entender lo que estaba pasando. Fabián se sienta en su lugar clavando, como siempre, sus ojos en Natalia. Ésta lo mira y hace un mohín con la boca.) Parece que está enojado contigo…
Natalia: Parece que sí…
Marcela: No me vas a decir que es porque me elegiste a mí… (Natalia asiente con la cabeza.) ¡Pero qué infantil es!
Natalia: No lo juzgues apresuradamente. No la está pasando bien… y yo no puedo ayudarle…
Marcela: Sí, tenés razón. Me contaron que su mamá y su hermanito viajaron para reunirse con su papá que está trabajando en la Patagonia argentina.
Natalia: Ah, ¿sí? Con que era eso… ¿Y con quién se quedó él?
Marcela: Parece que con una tía paterna que tiene cuatro hijos. Dicen que lo discrimina… (Ve que Natalia se pone mal y cambiando el tono de la voz, agrega) Aunque… vos sabés cómo la gente habla de balde … Fuera de todo esto, viven bastante bien, tienen una casa grande y un lindo coche. Tan mal no puede estar… (como Natalia continúa muda, vuelve a insistir) ¡Pero vos viajás mañana, Natalia! ¿Trajiste tu justificativo? Mirá que el martes rendimos Lengua Castellana y vos sabés que la profesora no te va a perdonar.
Natalia: ¡Ah, sí! (Revisa su cuaderno) ¡Gracias por recordármelo! (Hurga en su cuaderno, revisa sus bolsillos, abre su cartuchera, y lo encuentra allí). ¿Me acompañás a la Coordinación?
Marcela: Sí, claro (ambas se levantan y salen. Fabián se queda mirándolas y jugando distraídamente con las manos).

ESCENA 3

Relator: Natalia viajó con su padre y sus hermanas. Este viaje creó en ella muchas expectativas. Aunque ya conocía a algunas personas del lugar adonde iban, sabía que conocería a nuevos hermanos… algo le decía que sería diferente (Aquí se pueden pasar algunas fotos de la conferencia). Y así fue. Todas las actividades estaban envueltas con un aire celestial, ¡era una verdadera fiesta espiritual!, y esto hizo que los mensajes transmitidos por los misioneros, a los que estaba acostumbrada desde muy pequeña, adquiriesen para ella un sentido especial. La Palabra de Dios al caer sobre su corazón sensible y dispuesto, prendía como prende la semilla buena sobre la tierra fértil preparada para la siembra.
Voz del Predicador: (Se puede colocar la foto de algún predicador, en power point, o bien pararse alguien predicando pero dándole un efecto especial) Jesús, nuestro Señor mismo, “…al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor…” Por eso dijo a sus discípulos “Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”. Es necesario que nos levantemos para llevar el mensaje de Salvación, el mensaje de la Cruz; que presentemos a Jesucristo, como decía Pablo, a tiempo y fuera de tiempo, porque solamente Él puede librar de las llamas del infierno al alma perdida. Jesús murió por todos. Ahora nos toca a nosotros, los limpios por su preciosa sangre, llevar las buenas nuevas, porque “Todo aquél que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquél en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquél de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quién les predique?”
Relator: Natalia tomó su decisión, como tantos otros lo hicieron en aquélla inolvidable ocasión, de romper las ataduras que la mantenían como una cristiana común. Ya no quería ser como aquel siervo que enterró su talento en la tierra. Decidió desenterrar las habilidades y capacidades que el Señor había confiado en ella (se puede escuchar como fondo la canción “Yo te prometo lo mejor de mi vida”* que cantaron Bárbara y su tío en la conferencia) y utilizarlas para alcanzar a más y más para el reino de Dios, empezando por su propio campo misionero: su casa, sus familiares y vecinos, sus compañeros de colegio… Por eso, cuando regresó a su Patria, lo primero que quiso hacer fue buscar a Fabián…


ESCENA 4

(Se ve otra vez el aula de clase. Los compañeros están sentados, todos con rostros compungidos, formando un solo grupo. Natalia entra a la clase con rostro radiante y firmeza en el paso; de pronto, Marcela se levanta y corre hasta ella. Natalia mira a sus compañeros como tratando de comprender lo que estaba pasando.)
Marcela: ¡Natalia! ¡Natalia! (todos las miran) ¡Fabián! ¡Fabián!
Natalia: ¿Fabián? (Mira el asiento vacío de Fabián. Agarra por los hombros a Marcela.) ¿Qué pasa con Fabián?
Marcela: Fabián se mató… (se lleva las manos a la cara y rompe a llorar. Natalia se queda petrificada, las lágrimas saltan de sus ojos) ¡Fue horrible! ¡Fue horrible! ¡Fue horrible! (Micaela se levanta, abraza a Marcela y la saca fuera de la clase, mientras ésta sigue repitiendo “Fue horrible”. Natalia se desploma sobre el asiento, tan muda y petrificada como antes, después se inclina sobre la mesa y rompe en un amargo llanto. Rubén se acerca a Natalia, hace como que le toca la cabeza, pero no se anima. Los hombres empiezan a secarse los ojos y uno por uno salen del aula de clase).
Natalia: (Alzando el rostro completamente cubierto de llanto, mira alrededor y se encuentra sola, se levanta lentamente y se dirige al asiento de Fabián. Pasa sus dedos sobre su pupitre) ¡Dios! ¡Yo era su esperanza, y le fallé! ¡Y ahora ya no hay más oportunidad! Ahora… (De pronto mira fijamente a la pared, como si estuviera viendo lo que imaginaba: ve a Fabián en medio de las llamas. Éste grita, con un clamor que suena ahogado y profundo: “¡Natalia! ¡Vos sabías y no me lo contaste! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¿Por qué no me libraste de esta horrible suerte? ¿Por qué no me diste el mensaje de Jesús? ¡Ahora estoy perdido! ¡Perdido para siempre jamás! ¡Naaaataaaaliaaa!” La joven vuelve a sentarse y rompe nuevamente a llorar. En ese momento, Arturo entra al aula).
Arturo: (Señalando hacia Natalia) Allí está, señor. 
(Un hombre de mediana edad entra a la sala, se acerca a Natalia y pone su mano sobre su cabeza.) 
Natalia: (Alzando la vista) ¡Papá! (se levanta como un rayo y abraza a su padre) ¡Papá! Fabián… Fabián…
Papá de Natalia: Lo sé, hija… Lo sé…
Natalia: Papi… él se acercó a mí y yo no lo ayudé… ¡No supe hacerlo! ¡En realidad, no me esforcé por ayudarlo! (Llora otra vez) …Y cuando le dije algo, lo hice mecánicamente… como una fórmula… Hoy ya es tarde… ¡hoy está en el infierno! (Llora y hunde nuevamente su cabeza en el pecho de su padre)
Papá de Natalia: (Suspira hondamente) Corazón, ya no se puede hacer nada por él. Y aunque sientas el peso de lo que pudo haberse hecho y no se hizo, no puedes vivir llorándolo, porque alrededor tuyo hay muchos Fabianes que necesitan del Cristo que vive en ti. Dios no te desecha, mi hija, te da una nueva oportunidad para hacer su voluntad… (Natalia alza la cabeza y seca sus lágrimas) ¿Quieres quedarte o volver a casa?
Natalia: (Mirando el asiento de Fabián) Hoy voy a llorar lo que no hice… Mañana será otro día…
Papá de Natalia: Siempre y cuando haya un mañana… (salen lentamente por la puerta, los compañeros se quedan mirando).

ESCENA 5

Relator: El suicidio de Fabián selló con fuego la decisión que Natalia tomó durante la conferencia. Para ella se hicieron vida las palabras bíblicas “Hoy es el día de salvación”. La inminencia de la muerte, la certeza de que “El que no tiene a Cristo, no tiene la vida”, está irremediablemente condenado a un castigo eterno, y el privilegio bendito otorgado por Dios de Conocer el camino para reconciliar al hombre con su Creador, la sangre preciosa de Cristo Jesús, le dieron el coraje que necesitaba para vencer la atadura de su timidez y cobardía. Lo primero que hizo, una vez repuesta del impacto de la muerte de Fabián, fue pararse durante la formación general en el colegio para presentar a sus compañeros y profesores, el mensaje que podría haber salvado a Fabián. 
(Aquí se presenta el Evangelio)

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